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La atención médica siempre debe empezar con algo muy humano: la empatía. Esa conexión entre quien brinda el cuidado y quien lo recibe es el verdadero punto de partida.
Todo inicia en ese primer contacto, cuando una persona busca atención médica y necesita sentirse vista, escuchada y comprendida. Si en ese momento no se genera confianza o empatía, por más correcto que sea el resto del proceso clínico… algo esencial se pierde.
Pero, ¿qué ocurre cuando la diferencia de idioma entre el trabajador de la salud y el paciente se convierte en una barrera?
Como enfermera hispana y miembro activa de la comunidad latina, puedo decirlo con toda certeza: esto no es solo un problema de comunicación. Es una brecha real que impacta la calidad del cuidado, la seguridad del paciente, y muchas veces, su salud y bienestar.
En Estados Unidos, más de 42 millones de personas hablan español. Y aun así, la mayoría de la información de salud que se les ofrece… sigue estando solo en inglés.
Entonces la pregunta no es si deberíamos crear contenido en español.
La pregunta es:
¿Estamos dispuestos a dejar fuera a millones de personas de algo tan esencial como su salud?
En el mundo de la salud, especialmente cuando se trata de comunidades hispanohablantes, el idioma no es un simple detalle técnico—es un determinante social. Afecta directamente la experiencia del paciente, su adherencia al tratamiento, y sus resultados clínicos.
Según estudios recientes, el español es el idioma utilizado en más del 70% de las interacciones clínicas donde el inglés no es el idioma principal. Eso nos dice algo claro: si las organizaciones de salud solo ofrecen su contenido en inglés están dejando fuera a una parte esencial de la población.
¿Y qué pasa cuando alguien no entiende la información necesaria para cuidar su salud?
Las consecuencias son reales. Desde confusión con medicamentos hasta malentendidos graves en el tratamiento, la falta de contenido accesible en español puede poner en riesgo vidas.
Imagínate estar enfermo, atravesando una crisis de salud, lo único que deseas es recibir buena atención médica. Pero hay un problema… no entiendes bien lo que te están diciendo.
Te da miedo hacer las preguntas que realmente necesitas hacer. No estás seguro de si estás tomando bien el medicamento que te recetaron. No sabes cómo prepararte para esa cirugía que se viene… o cómo cuidar adecuadamente a tu hijo enfermo.
Así viven millones de personas hispanohablantes cada día.
Cuando no tienen acceso a información clara y comprensible en su idioma, enfrentan consecuencias reales:
Este no es un tema de “marketing multicultural”. Es un problema de seguridad del paciente, equidad y acceso justo a la información en la materia de la salud.
Muchas organizaciones piensan que ya han solucionando este problema diciendo: “Ya tenemos traducciones disponibles.”
Pero olvidan que traducir un texto palabra por palabra no suficiente.
Una traducción literal puede ser:
Y lo más preocupante: una traducción literal puede contener errores peligrosos.
En español e inglés, hay palabras que se parecen, pero no significan lo mismo. Aquí algunos ejemplos reales:
Y hay muchos más.
Por eso, crear contenido verdaderamente efectivo en español no se trata solo de traducir. Se trata de comunicar con empatía, claridad y conocimiento cultural.
Aquí es donde entra en juego algo mucho más poderoso que la traducción literal: la relevancia cultural.
La relevancia cultural va más allá de traducir palabras.
Se trata de crear contenido que no solo se entienda, sino que se sienta cercano, familiar, hecho a la medida. Que hablen su idioma, sí, pero también que entiendan su historia, su entorno, sus valores y su forma de ver la salud y la vida.
Los pacientes hispanos no solo necesitan entender la información; necesitan sentir que fue creada para ellos. Que respeta sus creencias, valores, costumbres y contexto familiar.
La cultura hispana influye profunamente en cómo las personas:
Un ejemplo real lo muestra con claridad:
En un hospital en Brooklyn, Nueva York, se implementó un programa de educación sobre el tratamiento del asma dirigido específicamente para familias latinas. Fue impartido por trabajadores de la salud comunitarios, bilingües, y adaptado culturalmente al entorno de los pacientes.
¿El resultado?
Las visitas a emergencias por crisis asmáticas se redujeron significativamente entre los participantes. (American Hospital Association, 2015).
No se trataba meramente de traducir folletos.
Se trataba de crear comunicación auténtica y contextualizada.
Claro, podrías contratar a un traductor profesional. O a un redactor médico.
Pero si realmente quieres conectar tu audiencia hispana de forma efectiva, necesitas a alguien que entienda ambos mundos. Alguien que sea capaz de traducir adecuadamente un texto, y además tenga suficientes conocimientos profesionales en materia de salud.
Ahí es donde entra una figura clave:
una enfermera escritora bilingüe, con experiencia clínica y corazón latino.
Una enfermera que escribe un contenido en español aporta una perspectiva única:
Este tipo de profesional no es solo un escritor.
Es un puente entre la ciencia médica y las personas que más necesitan entenderla.
Cuando inviertes en contenido bilingüe creado por una enfermera escritora que conoce el idioma, la cultura y las realidades clínicas del paciente, estás apostando por algo mucho más valioso que una simple traducción.
Puedes esperar:
5. Una reputación sólida y respetada dentro de las comunidades hispanas
Y todo esto se traduce en un impacto concreto:
mejor salud, mejor experiencia para el paciente, y mejores resultados para tu organización. Se trata de cuidar personas. Y hacerlo bien.
La confianza no se traduce literalmente. Se gana. Se construye ofreciendo al paciente un contenido claro, honesto, veraz y culturalmente consciente.
No se trata solo de ofrecer información al que la necesita. Se trata de brindarle la dignidad, atención, comprensión y respeto en uno de los momentos más vulnerables de si vida: cuando se enfrenta a un problema de salud.
Y esa es la diferencia entre un simple traductor…, de una herramienta tecnológica impersonal:
y una enfermera escritora real, humana y presente, que vive y siente tanto el idioma como el contenido, porque conoce su cultura y de su misión profesional.
Porque para ella, escribir contenido de salud no es una tarea técnica. Es un acto de cuidado.
¿Quieres que tu organización hable realmente el idioma de tu comunidad?
Entonces, es hora de que hablemos.